CIRUGÍA GENERAL

La Cirugía General comprende el diagnóstico y tratamiento de enfermedades que se resuelven por procedimientos quirúrgicos tanto electivos como de urgencia, en los siguientes aparatos: digestivo, endocrino, mama, piel y partes blandas, pared abdominal y retroperitoneo. El cirujano general debe también resolver las urgencias de algunas patologías de especialidades quirúrgicas como vascular y tórax, con el objeto de iniciar un tratamiento, estabilizar y trasladar al paciente a un centro de mayor complejidad.

El cirujano general debe poseer una sólida formación en los aspectos básicos de la cirugía, los conocimientos y destrezas para tratar los problemas quirúrgicos de mayor prevalencia, en especial en cirugía abdominal y digestiva, cabeza, cuello, mama, partes blandas, vascular y torácica general, aspectos básicos de cuidados intensivos en el enfermo crítico, enfermedades endocrinológicas quirúrgicas, oncología general, trauma y urgencias quirúrgicas.

Su formación además debe incluir el conocimiento de los fundamentos, en lo posible a través de una experiencia clínica personal, del estudio y tratamiento de las patologías más frecuentes de las distintas especialidades quirúrgicas, como cirugía torácica, cardiovascular, plástica, etc.

El programa de formación debe permitir que el alumno o residente adquiera los conocimientos, competencias, habilidades y destrezas, tanto generales en el estudio y tratamiento de los enfermos, como los específicos de la especialidad. Debe facilitar el desarrollo de una mentalidad científica y de un criterio clínico adecuado. Debe apoyar la inquietud por la investigación. Debe estimular la dedicación y el trato humanizado con los pacientes y familiares, una conducta ética intachable, la capacidad de autocrítica, una relación adecuada con sus pares, docentes y otros profesionales de la salud.

Cirugía Menor Ambulatoria

«Es la unidad Asistencia: que bajo la responsabilidad de un médico, se realizan procedimientos terapéuticos o diagnósticos de baja complejidad y mínimamente invasivos, con bajo riesgo de hemorragia, que se practican bajo anestesia local y que no requieren cuidados postoperatorios, en pacientes que no necesitan ingreso.»  (CAM)

Anestesia local: La anestesia local puede ser anestesia tópica, que se consigue echando gotas de anestésico (por ejemplo, en Oftalmología) o pomadas en la piel (por ejemplo, para poder pinchar a niños pequeños), anestesia local por infiltración en la zona donde se opera (por ejemplo, para extirpar una verruga), anestesia troncular, anestesiando los nervios que se encargan de mantener la sensibilidad de determinada zona del cuerpo (por ejemplo, en cirugía de la mano) o la anestesia espinal, en sus 2 variantes, la intradural y la epidural, que permite anestesiar zonas más amplias del organismo (generalmente de cintura para abajo, por ejemplo, para cirugía de rodilla o del pie). A todos los tipos de anestesia local se puede asociar una sedación más o menos intensa, de tal modo que el enfermo se queda más tranquilo, relajado y, en ocasiones, hasta dormido durante la operación.

La anestesia es una de las ramas de la medicina que ha avanzado más en los últimos años. Actualmente, la anestesia es muy segura. Eso no quiere decir que sea fácil de realizar. En, aproximadamente, 1 de cada 100 pacientes aparecen problemas que habrían tenido consecuencias adversas graves de no haber sido por la presencia de un médico especialista en Anestesiología. Esto da una idea aproximada de la dificultad que entraña la anestesia y de la seguridad que proporciona un anestesiólogo encargado de velar por su bienestar. A pesar de la gran seguridad de la anestesia actual, tampoco hay que pensar que no tiene riesgos. Aunque la mortalidad atribuible exclusivamente a la anestesia (excluyendo la debida a la cirugía) es muy baja, de 1 muerte por cada 10.000 anestesias, hay un riesgo de lesiones neurológicas, cardiacas, respiratoria o de otros órganos, transitorias o permanentes. El riesgo anestésico se ve aumentado con otros factores, como el tipo de cirugía, su edad, la presencia de enfermedades asociadas (diabetes, hipertensión…), obesidad, malos hábitos (tabaco, alcohol…), medicamentos que toma o de complicaciones que puedan surgir imprevistas durante la operación.

Recuerde, que si lo desea, puede consultar a su anestesiólogo todas aquellas preguntas o aclaraciones que necesite. Él es la persona más capacitada para resolver sus dudas y lo hará tomando en consideración sus circunstancias personales.

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